Apartamento Planta Media en Benahavís

Es una verdad universalmente reconocida —al menos por aquellos con el más leve gusto por las cosas finas de la vida— que existen propiedades que no solo se posan sobre la tierra, sino que dialogan con ella, juegan con su luz y danzan con sus paisajes. Tal es el caso de este exquisito apartamento enclavado en las elevadas y codiciadas colinas de *Altos de La Quinta*, en Benahavís. No se trata de una vivienda ordinaria; es arquitectura que narra, una autobiografía en piedra, vidrio y serenidad bañada por el sol.

Construido en 2005 y con una renovación prevista para 2025 —más una reinvención estética que una necesidad estructural—, esta residencia se extiende con generosidad sobre 158 m². Su orientación sureste no es un mero capricho del plano: es una decisión meditada para recibir el espectáculo diario del amanecer, cuando la luz matinal inunda los tres amplios dormitorios, cada uno con su propio baño en suite, porque, naturalmente, la civilización empieza con un baño privado. También hay un aseo para invitados, una cortesía sutil que evita a los visitantes compartir las intimidades del propietario.

El alma de la vivienda se encuentra en el espacio diáfano donde conviven el salón y la cocina, un escenario diseñado no solo para la utilidad, sino para el drama doméstico: desayunos en familia, disputas sobre la intensidad del café y debates sobre la mejor ruta hacia la playa. Desde allí, se accede a una terraza de 37 m², donde la mirada se ve recompensada con un panorama tan escandalosamente hermoso que haría desmayarse a un poeta romántico: mar, montaña y un sinfín de verdes compitiendo por su atención.

Y sin embargo, toda esta generosidad estética no sacrifica la funcionalidad. Aquí, el lujo y la lógica cohabitan como antiguos amantes. Los materiales son de la más alta calidad, los electrodomésticos modernos pero sin pretensiones, y la luz —¡ay, la luz!— parece diseñada por una divinidad con gusto por la elegancia.

La comunidad cerrada garantiza seguridad y privacidad, con jardines cuidados, senderos serpenteantes y una piscina comunitaria (y una infantil, encantadora y segura) que invitan tanto al descanso como al encuentro social. El estacionamiento es abundante: plazas abiertas, privadas, comunitarias y en la calle, eliminando así la vulgar preocupación de *¿dónde aparco el Audi?*

Benahavís, por su parte, no es un telón de fondo, sino un protagonista en sí mismo. Conocido como el “Comedor de la Costa del Sol”, ofrece experiencias gastronómicas tan refinadas que sonrojarían a la Guía Michelin. Para los activos o los contemplativos, campos de golf y rutas fluviales aguardan con los brazos abiertos.

Aquí, uno no simplemente vive. Aquí se reside, se habita, *se florece*.